viernes, 24 de junio de 2011

EXPERIENCIA ESPIRITUAL CRISTIANA, DIFICULTAD PSICOLÓGICA Y DISCERNIMIENTO PSICO-ESPIRITUAL

EXPERIENCIA ESPIRITUAL CRISTIANA, DIFICULTAD PSICOLÓGICA Y DISCERNIMIENTO PSICO-ESPIRITUAL

LA MADUREZ DEL HOMBRE, DEL CRISTIANO Y DEL SACERDOTE

 a) La madurez en sus diversos aspectos, dimensiones y momentos
     La madurez es un proceso, una realidad compleja en la que encontramos diversos aspectos, dimensiones y momentos que todos juntos concurren en lo que llamamos madurez.
     a.1) Aspectos  Entre los aspectos que entran en juego en el proceso de madurez están:
            1) Biológico. Es el sentido más obvio e innato de madurez.
            2) Intelectual.
            3) Emotivo-afectivo.
            4) Social o interpersonal. Entrar en relación con el otro en forma madura.
            5) Moral. El desarrollo de una conciencia que sepa distinguir entre lo bueno y lo malo.
            6) Espiritual.
            7) Vocacional. Como estado de vida o como profesión.

    En una madurez entra en juego la interrelación entre todos estos aspectos.
La madurez debe crecer entre todas estas áreas antes señaladas para ser tal.

    a.2) Momentos
    Hace, además, distinguir la madurez apropiada a los diversos momentos del ciclo vital, es decir, la madurez de la infancia, de la adolescencia, la de la mayoría de edad, la de la juventud adulta, la de la media edad y la de la vejez. Se debe procurar una madurez apropiada al nivel de vida que se tiene,
 de acuerdo al ciclo vital en el que encuentra la persona. Es fundamental percibir en las personas el deseo de cambiar y que reflejen en el proceso de discernimiento la posibilidad de cambiar  (dejar la inmadurez que refleja las diversas formas y asumir los pasos hacia la madurez)1

    a.3 Dimensiones
    La  madurez humana supone una madurez en el ámbito afectivo, en el sexual y ser capaz autocontrol.
    Madurez afectiva. Busca el equilibrio emocional. Prevalece la naturaleza racional sobre la impulsiva.
    Madurez sexual. Ser capaz de superar dos formas típicas de inmadurez: la homosexualidad
y el narcisismo y, alcanzar la heterosexualidad. Este es un primer estadio en el desarrollo sexual, pero es necesario un segundo estadio, que es el que el amor se debe convertir en donación de sí
y no la búsqueda de sí mismo.
    Finalmente el autocontrol. Ser capaces de ordenar las actividades mentales  y la conducta en modo tal que procure gozo, felicidad y bienestar en el sujeto.

    La madurez-integración
    El crecimiento en madurez lleva a la persona a una gradual integración  de las varias dimensiones y capacidades de la personalidad, la cual será caracterizada por la armonía entre todos sus elementos y de la integración de sus tendencias y de sus valores.
                        “Los obispos han de procurar que los jóvenes aptos por su carácter,
su virtud y su ingenio sean enviados a institutos especiales, facultades o universidades,  para que se preparen sacerdotes, instruidos con estudios superiores, en las ciencias sagradas  y en otras que juzgaran oportunas, a fin.
                                          
1 Para profundizar este estudio del desarrollo se puede consultar a Erickson. "de que puedan satisfacer las diversas necesidades del apostolado; pero no se reatienda en modo alguno de su formación espiritual y espiritual, sobre todo si aún no son sacerdotes”.
                                           (Optatam totius n. 18)
   
    b) ¿En qué consiste la madurez?
   El concepto de madurez es más o menos sinónimo de otros conceptos: normalidad, equilibrio, salud mental, integración, cumplimiento, perfección…
    Dos afirmaciones preliminares:
    10   En el campo psicológico no existe una única definición de madurez humana.
Hay diversas  escuelas  y diversos acercamientos arraigados en visiones antropológicas que son, por muchos aspectos, contradictorias. Cada escuela tiene una propia visión del hombre, del desarrollo humano y de la madurez.
    Por ejemplo, Ana Bisi tiene un estudio en el cual señala cuatro visiones fundamentales:
            - Psicoanalítica. (Freud)
            - Epigenética. (Erickson)
                - De la auorealización (Maslow)
            - De la autotrascendencia (Frankl, Rulla)
    Estas cuatro visiones tienen un concepto de madurez. Son visiones diversas y en algunos aspectos irreconciliables.
    20  La madurez no es un punto de llagada sino una realidad en constante evolución,  una tendencia, un proceso en curso, una orientación general de la persona más que un estado físico,  una medida específica. La madurez se identifica no con la presencia de una serie de cualidades,  sino con un equilibrio dinámico de todas las fuerzas de la personalidad.
    Desde este punto de vista, la madurez es un continuo devenir2  y en este proceso pueden darse bloqueos. Una de las tareas como formadores será ayudar al joven a descubrir los bloqueos que se presentan en el camino de madurez
    Desde una aproximación  dinámica podemos decir con Decaminara que la madurez es una realidad que consideramos:
-          Relativa y diferenciada. Relativa porque depende de cada persona, con sus costumbres y cualidades culturales, familiares…
-           Dinámica. En cuanto que no depende de un solo factor, sino que es un camino que se va haciendo a lo largo de la vida y en el que intervienen diversos factores.
-          Complejas. En la que se conjugan una serie diversa de niveles y elementos que todos juntos concurren para formar lo que llamamos persona madura.
-          Provisoria. En cuanto que no se alcanza de manera plena y definitiva.
-          No normativa. En cuanto que no hay un concepto revelado, absoluto que explique lo que es la madurez.
-          Ideal y no estático. En cuanto a lo que hoy se puede decir de la madurez es el nivel ideal que podría alanzar cada individual personal y, por esto mismo, no se puede hablar de la madurez como algo estático, siempre se está en movimiento para alcanzarla.

    c) Madurez en los documentos conciliares y el magisterio
    Madurez-Integración (Esto es lo que se debe potenciar en los candidatos. A esto se refiere la madurez que se les pide)
            - La vida interior. Es decir, el mundo interior, todo aquello que está dentro del ser humano.
                                                 
2 F. Decaminada en su artículo profundiza: “según esta perspectiva, el concepto y la realidad de la madurez  afectiva no se identifica con la presencia de una serie de rasgos y tampoco con la existencia de determinadas capacidades  o modos de conducta, sino con el equilibrio dinámico, productivo y constructivo de todas las fuerzas y pulsiones, también discordantes, que existen en la personalidad”. (p.80).
                - La persona y sus relaciones. Es decir, su mundo intrapsíquico.
            - El ambiente social. Es decir, todo el mundo externo que lo rodea.
    Estos tres aspectos ayudan a un desarrollo y a alcanzar la madurez en las personas. Cuando falta alguno de estos puntos decimos que falta en el candidato un elemento de madurez.

    Podemos concluir con lo siguiente: ¿cuál es el objetivo de la formación?
    Para los formandos religiosos:

            “El fin primordial de la formación es permitir a los candidatos a la vida religiosa y los jóvenes profesores descubran en primer lugar, asimilen y profundicen después, en qué consiste la identidad del religioso”.   (Potissimun institutioni, n 6)

    Para los seminaristas: 
               “La educación seminarística tiene la tarea de formar verdaderos pastores de almas a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor”
        (Orientaciones para la Educación para la formación al celibato sacerdotal, n 17)

    Así pues, la formación sacerdotal tiene la tarea de promover simultáneamente la formación del hombre(madurez humana), del cristiano (madurez bautismal) y del sacerdote (madurez sacerdotal).

“La madurez es una realidad compleja y no fácil de circunscribirla completamente. Si conviene, sin embargo, juzgar maduro, en general, al hombre  que  ha  realizado  su vocación de hombre: en otras palabras, el hombre que ha adquirido la  capacidad  habitual de actuar libremente; que ha integrado  el  desarrollo de  la virtualidad humana  con hábitos virtuosos; que ha adquirido un fácil y habitual autocontrol emotivo, con la integración de las fuerzas  emotivas que deben estar al servicio del planteamiento racional; que  prefiera el vivir comunitariamente, que  esté  abierto al don se sí a  los otros; que se empeña en un servicio  profesional  con estabilidad y  serenidad; que  muestra  un comportarse según la autonomía de la conciencia personal; que posee la libertad  de  explorar,  investigar y elaborar una experiencia, es decir, de transformarlos acontecimientos para que se conviertan fructuosos para el futuro;  el hombre exitoso, que ha llegado al grado de desarrollo debido de todas las potencialidades y virtualidades, específicamente humanas”.
(Cong. Para la Educación católica. Orientaciones para la Educaciones para…, n 18)


    d) Madurez. Condición necesaria al sacerdocio
    El concilio vaticano II ya ha hablado de la madurez personal del creyente y de los candidatos a la vida religiosa y al sacerdocio.
    Respecto a los candidatos a la vida religiosa y al sacerdocio el concilio pide una madurez psicológica y afectiva:
               “Ellos (religiosos) tampoco descuiden los medios naturales, que ofrecen a la salud mental y a la física… ni sean admitidos si no después de un periodo de prueba realmente suficiente y si tienen la madurez psicológica y afectiva solicitada”
(Concilio vaticano II, Optatam totius 32)

                    “Deben ser cultivados con cuidado en los candidatos a la vida sacerdotal la suficiente estabilidad psicológica y afectiva, la capacidad de tomar decisiones prudentes… la fortaleza de espíritu y la sinceridad de ánimo, el respeto constante de la justicia, la fidelidad a la palabra dada, la amabilidad del trato, la discreción y la caridad en el conversar, la normal interiorización de los dotes más estimados en la convivencia humana, las aptitudes de sociabilidad en las relaciones con los otros”.    (Concilio vaticano II, Optatam totius, n. 32)

    En los años posteriores al concilio han surgido muchos documentos eclesiales que parecen concordar en creer que la madurez humana es una condición fundamental del empeño vocacional. Esta afirmación la  podemos encontrar en los siguientes textos:

                “El candidato… haya llegad a tal  grado de  madurez humana  y espiritual que le permitir de contestar a esta llamada con  suficiente elección libre y  responsable…
La  mayor   parte de las dificultades  encontradas  en nuestros  días en  la formación de  los religiosos derivan    del hecho que estos, al momento de su admisión   al noviciado, no poseyeron la suficiente madurez. Se deberá, en particular, asegurar que el candidato a la vida religiosa posea tales requisitos de madurez humana y afectiva, esperar que él será capaz de asumir las obligaciones del estado  religioso y que seguirá progresando  en ello hacia una más compleja madurez”.
                                             (Renovationis causam, nn. 4.11)             
                    “En las circunstancias actuales y de modo muy general, se puede decir que el diagnóstico de La Renovationis causam conserva toda su actualidad: la mayor parte de las dificultades encontradas en nuestros días en la formación de los novicios derivan del hecho que ellos, al momento de  su admisión al noviciado , no poseían aquellos mínimos de madurez necesaria. Ciertamente, no se exige que el candidato esté en condiciones de asumir enseguida todas las obligaciones de  los religiosos, pero tiene que  creérsele  capaz de  asumirlos  progresivamente. El poder  juzgar  sobre tal capacidad justifica que él da el tiempo y los medios para asumirlos. Este es el objetivode la etapa preparatoria al noviciado, cualquiera sea el nombre que se les dé: Postulantazo, prenoviciado, etc. Corresponde únicamente al derecho propio de los institutos precisar las modalidades de ejecución pero, como quiera que sea, nadie puede ser admitido si una adecuada preparación”.          
 (Potissimum institutioni, n. 42)

   
Es necesaria una colaboración profunda entre la teología, espiritualidad y las ciencias humanas para volver al más específico y más concreto concepto de madurez humana.




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