domingo, 21 de agosto de 2011

LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

1.      Naturaleza  y tareas de la dirección espiritual
La dirección espiritual se ubica dentro de la dinámica del crecimiento humano y espiritual del cristiano. Dentro de ésta aparecen algunos elementos importantes que constituyen su identidad, tales como: la relación del hombre con Dios y la búsqueda de su Voluntad, la mediación del director en el acompañamiento espiritual, los protagonistas de la dirección espiritual y el discernimiento espiritual[1].
a)      El ser humano, creado para vivir en diálogo con el Creador
La raíz de la dirección espiritual está en la realidad misma del hombre un su verdad más profunda. Él es imagen y semejanza de Dios[2], creado para el diálogo con su Creador. Dios, en su propia iniciativa, quiso llamar al ser humano a la existencia haciéndolo partícipe de capacidades singulares y superiores respecto a las demás creaturas. Los relatos bíblicos del Génesis dan a entender que el hombre es la obra culmen de la creación. Sin embargo, los mismos textos bíblicos nos advierten que, aunque esto es verdad, el hombre no debe olvidar que depende de su Creador. No debe olvidar que es creatura y que su realización plena jamás la alcanzará cerrándose en sus capacidades, sino que alcanzará su plenitud en la medida en que, desde su libertad, viva un diálogo amoroso y de comunión con Dios.
A lo largo de la Sagrada Escritura encontramos la insistente llamada de Dios al hombre a seguir sus caminos. Es una llamada dirigida al individuo concreto como Abraham o Salomón: Cuando Abrahám tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo: Yo soy el Sadday, anda en mi presencia y sé perfecto[3].  Si andas por mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo prolongaré tus días[4]. Pero es también una llamada dirigida al Pueblo de Israel como comunidad: si escuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios que yo te mando hoy, amando a Yahvé tu Dios, siguiendo sus caminos y guardando sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y te multiplicarás; Yahvé tu Dios te bendecirá en la tierra en la que vas a entrar para tomarla en posesión[5]. Ahora, pues, si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra[6]. Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz[7]. La respuesta del hombre a esta llamada de Dios se hace concreta en la obediencia a los mandamientos y en el cumplimiento de su voluntad.
b)     El hombre, llamado a cumplir la voluntad de Dios

La Sagrada Escritura nos da a entender que el ser humano vivirá realmente el diálogo con Dios, en la medida en que cumpla su ley, motivado, no por un legalismo exterior, sino por una convicción profunda que nace del amor: esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo[8].  La ley del señor ha de ser fuente de paz y felicidad para quien la sigue: Feliz quien no sigue consejos de malvados ni anda mezclado con pecadores ni en grupos de necios toma asiento, sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley día y noche[9].  La obediencia a la voluntad del Señor depende del amor a Él: Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley[10]. De esta manera, la ley se convierte en un fundamental punto de referencia para descubrir la voluntad del Señor y orientar la propia vida según los planes del Creador. El Señor ofrece a su Pueblo la Ley, no como una carga insoportable hecha de prohibiciones arbitrarias, sino como un camino de libertad que lo lleva a actualizar la bondad más profunda que el Creador ha colocado en lo íntimo de su ser.
Sin embargo, en la cotidianidad, no siempre es sencillo para el creyente descubrir la voluntad de Dios por sus propias fuerzas. Por esta razón el justo, en su oración, pide insistentemente a Dios la luz del Espíritu para poder cumplir su voluntad: Enséñame a cumplir tu voluntad, tu, que eres mi Dios; tu Espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana[11]. Ante esta oración del hombre, que reconoce su limitación para ver con claridad la voluntad de Dios, el Espíritu responde a través de  mediaciones humanas que podrán ayudarlo a actualizar en la existencia personal el proyecto de Dios. Desde esta óptica se entiende la dirección espiritual como una realidad de mediación en la que una persona acompaña a la otra y la ayuda a descubrir los caminos para actualizar la voluntad de Dios en la propia vida. La misión de los profetas y de diferentes personajes de la Sagrada Escritura nos dan razón de esta realidad de mediación que hace parte también de la dirección espiritual.

c)      La realidad de mediación
En la Sagrada Escritura podemos ver con claridad que Dios involucra al hombre en su proyecto salvífico, no solamente a nivel pasivo, haciéndolo partícipe de su salvación, sino que también lo involucra convirtiéndolo en instrumento para que su salvación alcance a otros. Dios se sirve de la mediación de personas para llevar a cabo su plan de salvación. Desde el Antiguo Testamento podemos contemplar esta realidad en la vida de diferentes personajes. Basta contemplar el papel de Moisés y de los profetas, quienes con sus palabras y obras guiaron al Pueblo por los caminos de Dios. De igual manera el Nuevo Testamento nos presenta esta realidad cuando Cristo encomienda a sus apóstoles la misión de anunciar su nombre y bautizar, prometiéndoles que estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo[12]. Las obras realizadas por los apóstoles son, en realidad, obradas por Cristo: puesto que con motivo de la obra realizada en un enfermo somos hoy interrogados por quién ha sido éste curado, sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros[13].
Del mismo modo la dirección espiritual se entiende como una mediación en donde siempre el principal protagonista es el Espíritu Santo. Según Melgarejo: “El director espiritual es el Espíritu Santo [...] [quien] en la lógica de la encarnación del Verbo y de la sacramentalidad de la Iglesia que prolonga en el tiempo la encarnación del Verbo, se manifiesta por mediaciones humanas”[14].
d)     Protagonistas de la dirección Espiritual
El director espiritual y el dirigido son hermanos en la fe y ambos se encuentran en la escuela del espíritu[15]. Estos son los tres protagonistas de la dirección espiritual.
-          El Espíritu Santo: Jesús promete a sus discípulos el Espíritu que los guiará a la verdad plena[16]. Los documentos postconciliares insisten en que el Espíritu Santo es el primero, en cuanto que él realiza la formación humana y espiritual del director espiritual y del dirigido, porque ambos son llamados a crecer, siempre hacia una mayor configuración con Cristo[17], y ambos deben ser dóciles a la acción del Espíritu, ya que sin esta apertura y docilidad no se podrá dar un verdadero crecimiento en la vida cristiana. El acento de la primacía del Espíritu en la dirección espiritual la previene del riesgo de desembocar en paternalismo, autoritarismo, directivismo, o una pasividad negativa caracterizada por la inactividad espiritual. “Guía e hijo espiritual, reconocen en la fe que el Espíritu Santo orienta la comunicación espiritual que se instaura entre ellos, en la Iglesia”[18].
-          El dirigido: la dirección espiritual debe ser una decisión libre; por tanto, quien se acerca a ella debe experimentar el deseo sincero de ser acompañado[19] para crecer en su vida de fe, y por tanto en su vida vocacional. La búsqueda de la dirección espiritual con sinceridad y recta intención, unida a una suficiente confianza y apertura, permiten al discípulo acoger la Palabra de Dios en su corazón de modo que ésta pueda echar raíces en él y dar fruto[20].
-          El director: debe ser una persona capaz de convertirse en mediación humilde y dócil del Espíritu Santo[21]. Aunque el director espiritual no es la persona más importante dentro de este medio de crecimiento espiritual, no podemos pensar que su rol sea accidental. Prueba de esto es la preocupación del Magisterio y de diversos autores por delinear la  radiografía ideal del director espiritual, a través de la presentación de las cualidades que debe poseer: equilibrio psicológico, sólida madurez humana[22], sólida doctrina[23], vida espiritual intensa[24], capacidad de acogida y escucha[25], capacidad de respetar la libertad, autonomía y conciencia del dirigido[26], humildad, sabiduría y prudencia[27]. La ayuda del director se puede definir como activa-directiva, guardando la justa moderación al comprender estas palabras, que no proponen un dominio del director espiritual sobre el dirigido, sino más bien un papel activo que propicie en éste el crecimiento, ya que una actitud pasiva sería incongruente con la educación al discernimiento de la voluntad de Dios[28].
e)      Definición de la dirección Espiritual
Existen diversas y variadas definiciones de la dirección espiritual, lo que por un lado denota la dificultad a llegar a una explicación exhaustiva, y por otro lado muestra la riqueza y amplitud de la materia[29]. El Padre Maurizio Costa, haciendo un análisis de las tendencias actuales al concebir la dirección espiritual, presenta básicamente dos: en la primera están los autores que la entienden, ante todo, en el ámbito de la comunicación de la fe; en la segunda se pone el acento en el Espíritu Santo y en la centralidad del discernimiento espiritual; el autor considera que estas dos líneas no deben verse en contraposición sino en armonía, e intenta dar una definición coherente a dicha posición: “La dirección espiritual es una ayuda que un hombre, a través de una comunicación de fe, da a otro, para que éste llegue a ser sí mismo en la plenitud de su verdad, es decir en este concreto orden de la Providencia, y, bajo la guía, la ayuda y el apoyo del director, pueda libremente emprender el camino y el itinerario de la vida espiritual hacia la santidad, aprendiendo a discernir la voluntad de Dios en lo concreto de la cotidianidad, a través del mismo ejercicio del discernimiento[30].
Ivan Platovnjak la presenta como una experiencia de ayuda espiritual con variadas características, inserta en una relación interpersonal[31], concretizada en el coloquio espiritual[32], diferente de otros tipos de ayuda espiritual, que requiere en sí algunas condiciones para ser auténtica, y cuya finalidad es discernir la voluntad de Dios para crecer en Cristo[33].
El Padre Mendiazabal ve la dirección espiritual como una parte de la pastoral que busca ofrecer a los fieles la guía para la práctica de la vida cristiana. “la dirección espiritual va del consejo amistoso y de la ayuda transitoria que se puede dar a aquel que tiene una necesidad, a la dirección habitual y plena a quien busca orientaciones de vida.”[34]
Según Carlo Porro, el objeto del ministerio de la dirección espiritual es la comunicación personal de la fe en Jesucristo, comunicación que se realiza a través del diálogo, gracias al cual el Padre espiritual puede graduar la propuesta del ideal cristiano con la concreta situación de aquellos que dirige. Esta es la connotación cristológica de la dirección espiritual.
El Padre Charles Berrnard afirma que: “Hablamos de dirección espiritual cuando el creyente, en la búsqueda de plenitud de vida cristiana, recibe una ayuda espiritual que lo ilumina, los sostiene y lo guía en discernir la voluntad de Dios para alcanzar la santidad”[35].
Para Fratellone la dirección espiritual, en las diversas etapas de la vida, con los medios de los que dispone: el coloquio y el plan de vida, no es sino un instrumento al servicio del crecimiento espiritual; su ejercicio es expresión de la acción del Espíritu que acompaña a quien se deja guiar.
La dirección espiritual es una experiencia de ayuda en el espíritu que tiene en cuenta la unidad sustancial de la persona, promoviendo su vocación dentro del plan de salvación de Dios. Por lo tanto, se debe tener presente una dimensión teológica[36], es decir, se debe reconocer la acción del Espíritu Santo que es su primer protagonista. Entra además una dimensión eclesial, en cuanto que el director espiritual no ofrece este servicio a nombre propio, sino en nombre de la Iglesia[37]. Mirando la dirección espiritual en los seminarios esta realidad eclesial aparece todavía con mayor claridad cuando se trata del director espiritual nombrado oficialmente por el obispo, lo cual no resta absolutamente nada de eclesialidad a aquella ofrecida por otros sacerdotes tal como lo permite la actual legislación de la Iglesia[38]. Por último, la dirección espiritual tiene también una dimensión antropológica, en donde deben tenerse en cuenta tanto la visión ofrecida por la antropología teológica como el aporte de las ciencias humanas[39].
f)       Tareas de la Dirección espiritual
  1. En la vida de los fieles
-          Ayudar en la formación de la conciencia de los fieles.
-          Enseñar a la persona a escuchar la voz divina y obedecer a ella. Sugerir la práctica de la virtud, teniendo en cuenta la situación actual de la persona: ayudarla a alcanzar el grado de santidad al que Dios la destina[40].
-          Facilitar a la persona el cultivo de su relación con Dios.
-          Ayudar a la persona a crecer e su camino de maduración cristiana a través de la iluminación y el discernimiento.
-          Conducir a  una vivencia de la vida en Cristo con sentido de pertenencia a la Iglesia.
-          Ayudar a la persona en su camino de ascesis, oración, servicio caritativo a los hermanos y testimonio cristiano para alcanzar una existencia unificada[41].
-          Ayudar a la persona a progresar en la perfección[42].



  1. En la vida de los seminaristas
-          Ser instrumento de una formación religiosa peculiar en los alumnos del seminario menor, cultivando en ellos el germen de la vocación[43].
-          Ser un medio de formación espiritual que prepare a los seminaristas a la configuración con Cristo que tendrá lugar a través de la ordenación sacerdotal[44].
-          Orientar y ayudar a discernir en los jóvenes la llamada del Señor a seguirlo y consagrarle la vida[45].
-          Ha de ser un medio de preparación que ayude a los seminaristas a asumir los compromisos de la ordenación sacerdotal, orientando al crecimiento de la libertad, tanto interna como externa[46].
-          Dentro de la formación sacerdotal debe propiciar el crecimiento humano y espiritual de los seminaristas[47].
-          Acompañar a los seminaristas en el discernimiento sobre la propia vocación al sacerdocio.
-          Formar en la adquisición de virtudes y actitudes apropiadas del estado presbiteral y la formación en un amor casto para el celibato sacerdotal[48].
-          Acompañar las vocaciones al sacerdocio[49].

  1. En la vida de los sacerdotes
-          Cultivar y fortalecer la vida espiritual de los sacerdotes[50].
-          Promover y acompañar el proceso de formación permanente.

  1. En la vida de los religiosos
-          Debe ser un medio espiritual que promueva la santidad en los religiosos[51].
-          Alimentar, en el contexto de una pastoral vocacional, la respuesta de amor personal al Señor, condición indispensable para convertirse en discípulos y apóstoles de su Reino[52].
-           Ayudar a progresar en el camino evangélico, especialmente en el periodo de formación y en ciertos momentos de la vida. Así el religioso podrá recibir ánimos para responder con generosidad a las mociones del Espíritu y orientarse decididamente hacia la santidad[53].




[1] Cfr. Costa, Maurizio. (2002). Direzione Spirituale…, p. 49.
[2] Cf. Gn. 1,27.
[3] Gn. 17,1.
[4] 1Re. 3,14.
[5] Gn. 30,16.
[6] Ex. 19,5.
[7] 1 Pe. 2,9.
[8] Jer. 31,33.
[9] Sal. 1,1-2.
[10] Sab. 2,16. 
[11] Sal. 142,10.
[12] Cf. Mt. 28,20.
[13] Hech. 4,9-10.
[14] Rodriguez Melgarejo, Guillermo. (1996). Formación y Dirección Espiritual: Aportes para la formación Espiritual de los Presbíteros en América Latina. Bogotá: OSLAM, p. 47.
[15] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi: lo Sviluppo della sua dottrina dal Vaticano II a Vita Consacrata. Roma: Editrice Pontificia Università Gregoriana., p. 355.
[16] Cf. Jn. 16,13.
[17] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 449.
[18] Bernard, Charles. (1981).  L’aiuto Spirituale Personale. Roma: Editrice Rogate,  p. 21.
[19] Cfr. Rendina, Sergio. (2003). “Direzione Spirituale”, Rassegna di teologia, n. 44, p. 532.
[20] Cfr. Pigna, Arnaldo. (2005). “La Direzione Spirituale come scuola di verità bontà e bellezza”, Vita e spiritualità, n. 59, p. 607.
[21] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 435.
[22] Cfr. Congregazione per l’educazione Cattolica. (1993). Direttive sulla Preparazione Degli Educatori nei Seminari. Roma: Tipografia Vaticana, Roma, n. 44; Goya, Benito. (2003). “La Formazione delle nuove Guide Spirituali”. Rivista di Vita Spirituale.  n. 4, p. 278.
[23] Cfr. Congregazione per l’educazione Cattolica. (1993). Direttive sulla Preparazione…, n. 44.
[24] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 438.
[25] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 374.
[26] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 374.
[27] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 437.
[28] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 377.
[29] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi…, p. 351; Fratellone, Raimondo. (1996). La Direzione Spirituale Oggi: Una proposta di Ricomprensione.  Torino: Società Editrice Internazionale, p. 138.
[30] Costa, Maurizio. (2002). Direzione Spirituale…, pp. 71-72.
[31] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., pp. 380-381.
[32] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi…, p. 385.
[33] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi…, p. 352.
[34] Mendiazabal, Luis M. (1990). La direzione Spirituale: Teoría e pratica.Bologna: EDB, p. 35
[35] Bernard, Charles. (1981).  L’aiuto Spirituale Personale…, p. 21.
[36] “La dirección espiritual fundada sobre una reflexión teológica Teocéntrica acentuará el camino de la experiencia de Dios, que, en el momento de la oración, se convertirá en búsqueda de la voluntad de Dios y fuerza moral para progresar en las virtudes”. Fratellone, Raimondo. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 140.
[37] “La dirección espiritual, cuando no es desarrollada por explícito y puntual mandato eclesiástico, como sucede en el caso de un padre espiritual de un seminario o de un maestro o maestra de novicios, es siempre un hecho eclesial”. Rendina, Sergio. (2003). “Direzione Spirituale”…,  p. 530.
[38] La actual normativa de la Iglesia pide que en el seminario haya un Director espiritual oficial, sin embargo, permite que otros sacerdotes idóneos sean escogidos por los mismos seminaristas para este servicio eclesial. Cfr. Código de Derecho Canónico, cc. 239 y 246.
[39] En el conjunto de las ciencias humanas la Psicología tiene un papel importante dentro de la dirección espiritual. Esta importancia no ha sido reconocida siempre, pero poco a poco, se han venido dando pasos importantes. De hecho, el Concilio Vaticano II empezó reconociendo la utilidad de la Psicología dentro de la vida espiritual, clarificando que ésta no debe sustituir o confundirse con la dirección espiritual. Cfr. Concilio Vaticano II. (1965). Optatam Totius. nn. 2, 3, 11; Juan Pablo II. (1992). Pastores dabo vobis. n. 40. En la medida en que el director espiritual posea ciencia y experiencia en el campo de la Psicología podrá conocer con mayor facilidad los aspectos problemáticos de la personalidad en la dirección espiritual. Cfr. Fratellone, Raimondo. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 190.
[40] Ganzi, I. (1965). “L’ufficio del direttore spirituale”. en Aa. Vv. La formazione spiritaule del candidato al sacerdozio. Città del Vaticano, p. 238.
[41] Fratellone, Raimondo.  (2006). Direzione Spirituale: un camino verso la pienezza della vita in Cristo. Roma: Libreria Ateneo Salesiano, p. 249-250.
[42] Cf. CEC. n. 2690.
[43] Cf. O.T. n. 3.
[44] Cfr. O.T. n. 8.
[45] Cfr. P.O. n. 11.
[46] Cf. P.O. n. 11.
[47] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., p. 165.
[48] Cfr. Platovnjak, Ivan. (1996). La Direzione Spirituale Oggi..., pp. 166-167.
[49] Cfr. P.O. n. 18; Directorio para el ministerio y vida de los Pbros, n. 54.
[50] Cfr. P.O. n. 18.
[51] VC. N. 39.
[52] VC. N. 64.
[53] VC. N. 95.

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